Hace cuatro años fuimos testigos de uno de los momentos más duros y, al mismo tiempo, con más solidaridad de la vida del fablab.Como muchos espacios en toda España, nos pusimos a "inventar" lo que pudiera hacer falta ante algo desconocido. Uniéndonos a redes que diseñaban equipos médicos de forma colaborativa, pero también empezando a comprender que no todo se podía hacer, así que había que centrarse en aquello que sí se podía hacer y que demandaban los sanitarios con urgencia.
Y la gente respondió. Con las restricciones, la desconfianza, el encierro, la ignorancia y también con el talento, con las ganas de hacer, con los pocos recursos, con la imaginación y con el fablab, docenas de voluntarios de la propia universidad volvimos del encierro a montar una pequeña fábrica para ayudar hasta que la industria pudiese hacer lo que nadie hacía.
Dentro de esta marea de solidaridad, con el fablab como centro de unión y fabricación, la escuela de arquitectura como cadena de montaje, se llegó a fabricar 25000 máscaras con un diseño propio, pero también repartió sus impresoras 3D para poder hacer otros diseños en las casas.
Se montó una red de distribución que llegó hasta el norte de España y, a través de la comunidad "friki", cada uno aportó lo que sabía, desde distribución hasta fabricación, organización y contactos, para que paralelamente miles de EPIS autofabricadas en casa llegasen a hospitales, servicios esenciales o donde hiciera falta.Fueron momentos duros, pero es bueno ponerle cara a aquellos que, lejos de la especulación que ahora aflora, dejaron mucho tiempo y dinero en ayudar a una sociedad que se enfrentaba al vacío.
Y la Escuela de Arquitectura no se quedó parada, siguió investigando, participando en la aprobación de una nueva norma UNE 171380, sobre monitorización de CO2 para la prevención en salud. Esta norma es un gran logro en la prevención de la transmisión área de enfermedades.
Por eso, la doble función del fablab de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla se demostró incluso en estos muy malos momentos, volcándonos con la Universidad y con la sociedad que nos rodea y a la que nos debemos.