Cuando el fablab decidió participar en el trabajo de realizar una impresora 3D como plataforma de aprendizaje se nos pasaron muchas cosas por la cabeza. Primero, y principal, apoyar a quien había desarrollado la idea y estaba dispuesto a producirla, Miguel Ángel López, colaborador del fablab.
Después, tras tener la idea y comprobar que la máquina tiene una gran calidad, poder diseñar el método de aprendizaje para que su montaje y uso lo pueda realizar cualquier persona sin un nivel alto de conocimiento en mecánica, electrónica o, incluso, diseño en 3D.
El fablab, apoyando la idea, también apuesta por la experiencia de ser el lugar donde aunar makers para conseguir, cada uno de ellos, construir y poner en marcha sus equipos. Con ello, el fablab también forma a estudiantes de la Escuela de Arquitectura interesados en esta tecnología y facilita que profesores y departamentos tengan oportunidad de hacerlo en el fablab de la Escuela.
Y si bien el primer curso fue toda una experiencia, el segundo reafirma que la apuesta era segura, que, de nuevo, todos los participantes construyeron su máquina desde cero salieron con ella por la puerta engrosando la comunidad de usuarios que, a través de la red, mantienen un contacto que permite conocer y mejorar la máquina.
Y sigue creciendo, próximamente en Puente Genil y Dos Hermanas el número de P_Minifab seguirá creciendo con nuevos usuarios, en este caso Institutos de Enseñanza Secundaria quienes, a través del interés de Ayuntamiento y Asociaciones, buscarán en los Institutos la curiosidad de los que en un futuro serán makers, hacedores con capacidad de diseñar objetos o tecnologías muy necesarios en nuestra tierra.