Cuando nos proponen un proyecto que el fablab considera interesante porque aportamos valor añadido a una idea original, intentamos cuadrar las distintas actividades diarias que el fablab tiene con todo lo que implica trabajar en campos normalmente vírgenes para nosotros.
Tenemos la suerte de que los profesores que quieren llevar a cabo un proyecto se ven envueltos en nuestra filosofía y, normalmente, acaban convirtiéndose en fabbers. Y éste ha sido el caso con Jose Antonio Prados y con Jesús Soto, dos matemáticos que llevan tiempo divulgando ciencia y que nos propusieron ser parte de TALLER DE ESPÍAS, una iniciativa para enseñar criptografía con posibilidades para todas las edades.
Nos toca facilitar la realización de las ideas que traen y que, muchas veces, creen irrealizables. Pero con una conversación, con cuatro trazos en un papel ya tenemos algo con lo que empezamos a prototipar, añadiendo o quitando, descartando o incluyendo elementos para que queden modelos que sorprenden a sus propios creadores. Y nunca están terminados del todo. Siempre se pueden mejorar.
Con esta filosofía, con una unión entre el fablab de la ETSA y dos profesores de la Facultad de Matemáticas decidimos enseñar lo que hacen en un escenario exigente como es Ciencia en Acción, un concurso internacional dirigido a estudiantes, profesores, investigadores y divulgadores de la comunidad científica, en cualquiera de sus disciplinas. Su principal objetivo es presentar la ciencia de una manera atractiva y motivadora, de modo que los jóvenes y el gran público se interesen por ella y a lo largo del concurso disfruten atendiendo las conferencias, observando y participando en la feria, y los más animados subiendo a la gran experiencia.
Tras cuatro intensos días, gracias a los espartanos y a Alan Turing, gracias a los cientos de visitantes que pasaron por nuestro proyecto y al jurado que tuvo a bien premiarnos, nos hemos traído el Primer Premio de la modalidad Laboratorio de Matemáticas.
La divulgación científica y tecnológica siempre sabe mejor con un premio que valore el esfuerzo, las horas, la imaginación y, sobre todo, el emprender caminos poco transitados hasta convertirlos en autopistas donde los estudiantes del futuro y la sociedad en general compruebe cómo sus investigadores siguen avanzando para un mundo mejor y son capaces de traducir el lenguaje científico para que pueda ser entendido por todo el mundo.
Y el fablab tiene la suerte de poder compartirlo con sus protagonistas.